miércoles, 31 de enero de 2007

Definitivamente Adicción a la Rabia

Una de las emociones más frecuentes en mí y en mí gente es la RABIA, si nos frustramos hay rabia, si nos abandonan hay rabia, si nuestra forma de pensar no concuerda con otros hay rabia y así la lista es interminable, durante mucho tiempo he trabajado bastante para poder lograr mirar aquello que esconde mi rabia y debo reconocer que en la mayoría de los casos me encontrado con mucha vulnerabilidad.

Quizás lo más complejo de la rabia tiene relación con lo destructiva que es, tanto para el que la siente, como para aquellos que la reciben, además es una de las emociones más difícil de controlar y aquellos que la sentimos sabemos que si se gatilla el piloto automático de la ira es muy difícil pararlo, de hecho una vez que se vive la pataleta y llega gradualmente la calma, cuando se hace la evaluación de daños generalmente, hemos dejados más heridos o heridas más terribles de las que pensábamos. Si ha esto le sumamos rabia y unas cuantas cosas no resueltas con el otro, o sea de verdad la lengua puede ser un látigo, pistola y hasta bomba nuclear.

Es extraña esta emoción, de hecho existen dos grandes mitos opuestos sobre la rabia. Una postura plantea que la rabia es una emoción dañina que no debe expresarse. El otro mito sostiene que la rabia es una emoción "deseable" que debe ser experimentada y manifestada. Así se ha generado la creencia que si no manifestamos la rabia que sentimos, no estamos siendo honestos con nosotros mismos. frente a esto cada vez estoy más convencida que el tema no es no expresarla, sino poder expresarla sin obnubilarse. Sin embargo, aquellos que sentimos la rabia como un estado emocional permanente, sabemos que el control de la misma, de verdad requiere un esfuerzo importante, quizás por que definitivamente uno se a vuelto adicto a esta emoción.

Hay teorías que plantean que cuando vivimos un estado emocional determinado (en el cuerpo o en la mente) instantáneamente, el hipotálamo libera proteínas en la sangre, éstas van recorriendo todo el cuerpo. Cada célula del cuerpo posee una membrana con receptores que se abren a la espera de estas proteínas. Una vez que se produce el encuentro ambas se acoplan, enviando una señal a la célula provocando la "emoción" o el "estado emocional" correspondiente. La célula es afectada de muchas formas, esta cascada de sucesos bioquímicos provocan cambios en el núcleo de la misma, regenerándola, alterándola o destruyéndola.
La "adicción" a las emociones se hace presente creando sustancias que logren calmar el apetito bioquímico de nuestras células creando situaciones que cubran nuestras necesidades químicas. Es claro, que si no logramos controlar nuestro estado emocional, es probable que exista una adicción al mismo.
Si todos los días bombardeamos las células con la misma actitud y la misma química continuamente, cuando esa célula se divida, creará una célula hija con mayor cantidad de receptores de membrana para ese estado emocional y no habrá suficiente lugar para los minerales, nutrientes, intercambio de fluidos o eliminación de toxinas.
Todo comienza en la célula, pero esta recibe la señal del y desde el cerebro. Los receptores de membrana de cada célula van cambiando su "sensibilidad" según los mensajes recibidos.

El hecho es que cuando nos dejamos llevar por la ira u otra emoción negativa, somos incapaces, excepto en muy raros casos, de razonar como lo hacemos habitualmente.
Desde esta perspectiva, he sentido muchas veces la necesidad de rehabilitarme, poder ampliar mi gama de respuestas emocionales, poder estar consciente para poder poner el freno de mano, poder mirarme y definitivamente recordar que puedo permitirme elegir algo distinto.....que la verdadera libertad es trascender el condicionamiento

5 comentarios:

Paola dijo...

Amiga:

Muy cierto, así como nuestro cerebro se habitúa a ciertas sustancias químicas como las drogas, también se habitúa al placer que nos provoca la descarga de ciertas emociones.

Si bien, el no reconocer y aceptar las propias emociones, podría gatillar ciertos estados psicosomáticos, el acting out continuo, también nos va enfermando.

Recordé la cantidad de veces que en pos de mi autenticidad me dirigí atacar a otros sin ninguna consideración (que acto más egoísta).

Buen comentario, un aporte a la toma de conciencia.

Paola

Anónimo dijo...

Lo que comentás es muy interesante.
Está claro que la ira es lo que lamentablemente mueve el mundo.
Hay que hacer el cambio desde uno mismo... Es el único camino sano.

Saludos :)

Mónica Sabbatiello dijo...

No sé si sé si puedo, o no puedo, hacer.Si puedo elegir, realmente, sentir o no sentir rabia. Expresarla o no.
Me parece que lo casi único posible que puedo "hacer" es intentar ser un TESTIGO no implicado con la rabia, que no juzgue. Eso ya es un salto a otro lado de calma.
Pero es probable que uno se deje llevar por la emoción -y la química secreta- y el testigo, silencioso, no cuente con nuestra consciencia allí, donde está.
No sé si me hago entender.

marcia dijo...

si se entiende claramente, y de acuerdo absolutament en intentar ser testigo, y solo pido tener la mayor parte de las veces la suficiente consciencia para dejar que el testigo silencioso se haga presente.

Lu dijo...

Gran reflexión. También me he sentido muchas veces con rabia. Cuesta manejar lo emocional. Últimamente, he tratado de no involucrar mis emociones en lo que realizo. Contar es adecuado...
He llegado a autocastigarme, pues cuando pasa el "huracán" he devastado a varios...Usaste una frase que me ha llamado la atención y es la creencia que tenemos que si no manifestamos la rabia, no somos honestos. Esa frase reflejó completamente lo que siento.
La literatura y los cómics nos han llenado de personajes que no controlan su rabia. Ahí tenemos al Doctor Jekill y Mr. Hyde o Hulk.Qué tristeza tenía de niña, por ese hombre que huye de pueblo en pueblo, buscando una medicina que le ayude a controlarse. Y esa especie de "perro acosador" que lo considera asesino de su esposa. Las personas piensan que seremos capaces de asesinar...A esa tendencia le temo más que a la rabia misma...